Porque el aburrimiento habla el lenguaje del tiempo y va a enseñarles la lección más valiosa de la vida —la que no obtuvieron aquí, en estos verdes prados—: la lección de su completa insignificancia
“Eres finito”, les dirá el tiempo con voz de aburrimiento, “y hagas lo que hagas, desde mi punto de vista es fútil”.
Somos insignificantes porque somos finitos. Pero mientras más finita es una cosa, más cargada está de vida, emociones, dicha, temor, compasión
la pasión es el privilegio del insignificante.